Agua mineral con gas
El dueño del cuento estaba triste pero no lo sabía, y por eso el cuento siempre le terminaba mal. Entonces se pasaba tres días encerrado en casa, preocupado se preguntaba la razón por la que el cuento había vuelto a acabar así de mal, pero no encontraba ninguna respuesta que le gustara. Habrá sido mala suerte, se decía, y, como no podía estar todo el día lamentándose, quieto sin hacer nada, volvía a empezar el cuento desde el principio, llevando mucho cuidado en cada movimiento, a medida que el cuento avanzaba, huérfano y tembloroso, por los caminos de siempre
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