lunes, abril 10, 2006

Los caminos invisibles






Permíteme de vez en cuando
Soñarte como a mí me dé la gana.
Dividida en estaciones, en minutos o segundos,
Única, irrepetible.




Sólo una vez derribadas las palabras, entre los escombros, superadas las enfermedades de la mente que me obligan a enmudecer con su chantaje, conseguiré hablar de ti, del bien que me hace tu sonrisa. Un convencimiento fatal y luminoso: el azar y mi deseo te han elegido para habitar la parte más generosa y habitable de mi alma, también la más brutal. Mi capacidad de amar no se devuelve, una vez entregada. Va a ser imposible que te olvide cuando no estés. Te escondo todo lo que puedo la fealdad del mundo, sus ojos culpables, te deifico en secreto para ser el único que te rinde culto paradespués proclamarte y entregarte al viento. Tú, verdaderamente luminosa, única, has recordado volar. Yo estoy encantado y lo disimulo y me hago el duro para prescindir de todos los lenguajes que hasta ahora me han resultado inservibles, soy tímido como un niño pequeño e ignorante como el hombre que soy, recién abandonada la caverna. Ahora hablo magia y bailo conjuro y tengo el corazón de un león recién comido, que conserva en los dientes el sabor de la sangre, que puede desaparecer en cualquier momento convertido en un sonido, en un árbol, en un camino, en lo que quiera porque sólo cree en las leyendas. Pronto seré un fundido a blanco o un murmullo de viento.